Many brands are working on innovation to look forward to surprise and to catch the attention of users. Obviously, with this «infoxication» in which we live, stealing some seconds of the public attention makes this step a career full of competition. But how our body deals with something that surprises us?
First, according to the psychologist Paul Ekman of the University of California – mentioned in an article of the Spanish magazine Muy Interesante-, surprise is the most fleeting emotion. This prepares us for new developments, unexpected and perhaps greater than imagined.
Noradrenaline prepares our brain to be alert to any stimulus and able to react properly. Endocrine glands release hormones, increase our heart rate and prepare for an intensive breathing. But all this only lasts a moment, because immediately our body will classify the event giving way to other emotions such as anger, fear or joy. However, surprise may always be short, because for our body would be too stressful and counterproductive living in a continuous state of surprise. Our body wouldn’t be able to react if there weren’t any known stimulus to interact with.
The surprising ability of a brand is key to promote innovation and to encourage interaction with visitors. Surprise is exciting and the state in which we have increased chances for remembering those moments and beyond. If we manage that surprise factor during the buying process to create positive memories, it will be a breakthrough for the relationship with the user and its engagement. And that can be generated, sometimes just changing or rearranging the parts of the process, seeking alternatives to ordinary formulas. Could there exist a bakery that opens just in the early hours -as did traditional bakers-? Or a hairdresser that doesn’t cut your hair? Or an open-air gym?
—-
Numerosas marcas trabajan la innovación buscando sorprender y captar la atención de los usuarios. Normal, con la «infoxicación» en la que vivimos, poder robar unos segundos de atención del público convierte este paso en una carrera llena de competencia. Pero, ¿cuál es el proceso que sigue nuestro organismo ante algo que nos sorprende?
En primer lugar, según el psicólogo Paul Ekman de la Universidad de California – como cita un artículo de Muy Interesante– la sorpresa es la emoción más fugaz. Ésta nos prepara para acontecimientos nuevos, inesperados y quizás mayores de lo que imaginamos.
La noradrenalina hace que el cerebro esté atento a cualquier estímulo y sea capaz de reaccionar. Las glándulas endocrinas liberan hormonas, aumentan nuestras pulsaciones y nos preparamos para una respiración más intensa. Pero todo ello sólo dura un momento, pues justo después podremos catalogar el suceso, dando paso a otras emociones como la ira, el miedo o la alegría. Para bien o para mal, la sorpresa sólo puede ser breve, pues para nuestro organismo sería demasiado estresante y contraproducente vivir en un estado contínuo de sorpresa. El cuerpo no sería capaz de reaccionar si no hubiera estímulos conocidos con los que interactuar.
La capacidad de sorprender de un negocio es clave para promover la innovación y estimular la relación con los visitantes. La sorpresa es emocionante y el estado en el que nos dispone aumenta las posibilidades de que recordemos esos instantes y los posteriores. Si conseguimos que esa sensación de sorpresa durante el proceso de compra lleve a recuerdos positivos, será un gran avance para la relación con el usuario y su fidelización. Y ello puede generarse, a veces, simplemente variando las piezas del proceso u reordenándolo, buscando fórmulas alternativas a lo común. ¿Podría haber una panadería que sólo abriera a primera hora -como hacían los panaderos tradicionalmente-? ¿Una peluquería en la que no se corte el pelo? ¿Un gimnasio al aire libre?