
Nuestra comunidad se sostiene y existe bajo conceptos básicos y lineales, como individuos convivimos bajo un constante proceso de transacción diaria entre lo que ofrecemos y lo que recibimos, este simple concepto trasciende desde el objetivo económico hasta el emocional. Sea lo que sea que hagamos, ofrezcamos o desarrollemos, intrínsecamente nuestra vida se ve en parte compuesta por este concepto primario de supervivencia.
Con las marcas este criterio se trabaja, se multiplica, se analiza y si es el caso se penaliza. Nuestra relación como usuarios de marcas se ve enmarcada por el estrecho y difícil lazo de la promesa y la expectativa, esta es la premisa principal que todo CEO, gestor de marca, manager o comité directivo debe tener siempre en cuenta para que su marca pueda existir y por ende, competir en un mercado abarrotado de miles y miles de opciones para un mismo servicio o producto.
Conceptualmente la percepción real de una marca es el punto intermedio entre la promesa que comunica a sus usuarios y la expectativa que cada individuo se crea en relación a ello. Esta delgada línea es la que sostiene a una marca en el mercado, la hace que perdure en el tiempo y sobre todo que sea referente de su sector, cuanto más coherente es una marca, más tiempo existe. Es esta la visión estratégica desde la cual se debe abordar la visión y el significado de una marca, en donde por consiguiente nos alejamos de las constantes afirmaciones de que un logo no es una marca, de que el producto es lo más importante de la marca/empresa, o simplemente de vivir de los conceptos básicos de la publicidad basada en ofertas y promociones.
En los años que llevamos trabajando en investigación y observación de mercados, cada día nos damos cuenta que, el error más común es creer y estructurar estrategias pensado que la sociedad y nosotros como usuarios vivimos alrededor del producto, este modelo de venta y de negocio basado en la publicidad como necesidad para adquirir productos es anticuada y alejada de la situación actual. Vivimos en un entorno hipercompetitivo y masificado, llegar a pensar que los usuarios nos eligen simplemente por el producto que se vende, es un sentimiento sobrevalorado de creer y querer ser especial, aunado a la falta de una estrategia validada, sin un trasfondo y que por ende que no funciona. Como gestores de marca, la base principal del pensamiento estratégico se traza en entender que, los usuarios tienen a día de hoy miles y miles de opciones para un mismo producto o servicio, por ende, el debate interno de la decisión de compra, no se focaliza en que las personas quieren comprar un producto, ni mucho menos compran una identidad gráfica alrededor del producto. A día de hoy, el punto real que afirma la existencia de una marca radica en el sentimiento disfrutado sobre un producto, servicio u organización entendido como medio. Es esta la definición fiable que entendemos como marca y desde la cual desarrollamos estrategias por medio del diseño que permiten cumplir objetivos empresariales.
La conclusión de toda esta reflexión que hoy les presentamos se basa en: 1. El mercado vende y posiciona las marcas con un alto nivel de coherencia, que entiende la balanza de la promesa y la expectativa. 2. Una marca es tan buena como las experiencias que permita disfrutar, esta es la principal clave para formar un estilo de vida, que en consecuencia crea posicionamiento en el mercado. 3. Sin una buena marca, no se puede competir y por ende mucho menos existir.
Creemos que el diseño es el medio que ayuda a los empresarios a posicionar organizaciones empresariales, pero esto solo se puede conseguir con un conocimiento real del entorno social, de las personas y sobre todo de qué es una marca. Sin esta base seguiremos en el recorrido del diseño como eje estético, que hace comunicación para un producto y no para una marca que construye valores de los cuales las personas quieren comprar.
Somos fieles creyentes que de nada sirve exponer una teoría sin tener un proceso lógico que hace realidad las ideas, es por ello que, en la búsqueda por hacer tangible nuestra perspectiva de construcción de marca, en relación al modelo teórico de la promesa y la expectativa, creamos un proceso de trabajo el cual lo dividimos en tres apartados esenciales según nuestra metodología del Cyclical Branding®: Aprender, Construir y Medir. Estas tres etapas nos permiten establecer un proceso de construcción real de marca. Donde la búsqueda por la coherencia en los proyectos que desarrollamos es el principal objetivo, este círculo de retroalimentación continua, nos permite tener un feedback directo en cada proceso estratégico que ideamos, diseñamos e implementamos.
Si quieres conocer más acerca de cómo establecer estrategias reales de creación, gestión y auditoría de marca, envíanos un email a manager@brandcelona.com, de esa manera te podremos enviar más información para ampliar tu visión acerca del diseño como medio para alcanzar objetivos empresariales.